COVID-19 – Impacto en la diversidad de las empresas y en la igualdad en los hogares.

Estamos viviendo un momento histórico y que no se recuerda, probablemente, desde la segunda guerra mundial, aunque obviamente con distintos e importantes matices.

Todos nos preguntamos cómo esta situación, que además nadie puede saber cuánto va a durar y por eso genera mayor incertidumbre,  va a afectar a la economía, a la sociedad, a las relaciones internacionales – intra y extraeuropeas-, a la atención sanitaria del futuro, etc… Personalmente me he estado preguntando cómo va a afectar a los temas de diversidad en la empresas y al de la igualdad en los hogares.

Hemos visto cómo desde hace unos días prácticamente todos los españoles están teletrabajando desde casa, los niños están también en casa, y además apenas se puede salir a  la calle, por no decir nada excepto para temas urgentes.

Ante esta realidad se están poniendo de manifiesto una serie de dinámicas nuevas a las que no nos hemos tenido que enfrentar antes, y la mayoría de la gente nunca, pero que afectan enormemente, cuando menos, a la psicología de los individuos y del trabajo.

Por poner el ejemplo más obvio, cuando una familia donde ambos padres tienen que teletrabajar y la familia entera esta confinada en casa, pero además hay que apoyar a los niños tanto en su trabajo escolar como en otro tipo de actividades, ¿cómo se planifica el reparto de papeles?  En algunas familias esto es sencillamente nuevo.

Tradicionalmente – y esto no hay que explicarlo mucho – ha sido la mujer la que ha llevado la mayor carga en  las tareas domésticas y en el cuidado de los niños, ya haya sido en su realización concreta o en la gestión de las mismas; una abundante documentación y las estadísticas así lo ponen de manifiesto.

¿Podría el COVID-19 equilibrar la situación de desigualdad que viven muchas parejas en España o, al menos, empezar a plantear por la fuerza de los hechos la injusticia que esto implica?  ¿Cómo se repartirán las tareas mientras están confinados en sus casas? ¿Seguirá siendo la mujer la que realice la mayoría de las tareas, mientras su pareja se dedica al teletrabajo o será esta situación una oportunidad para reequilibrar la balanza?

Dejamos estas preguntas en el aire aun sabiendo, como sucede siempre que se plantea este tema, que la situación previa de cada una de las familias es muy diferente y las variables diferenciadoras son múltiples: desde el número de hijos, el tamaño y comodidad de la casa ¡muy importante en este caso!, los tipos de trabajos de los cónyuges y su nivel de exigencia, etc..,  así como si ya existía un cierto reparto de papeles previo convenido entre la pareja o no.

El segundo  tema interesante que se deriva de esta situación es el del teletrabajo. Todavía en España hay muchas empresas, no sé si es exagerado decir que la mayoría, que priman el presencialismo y donde el teletrabajo no está bien visto. Hasta ahora, sólo el 4,3% de los ocupados en España teletrabajaba en su domicilio, según los datos de la Encuesta de Población Activa[1].

 Las  empresas más tradicionales no van a tener otro remedio que adaptarse a la nueva realidad y poner en marcha la tecnología requerida para esta circunstancia. ¿Sobrevivirán a esta crisis y saldrán más reforzadas y con más recursos? De ser así el COVID- 19 podría ser una palanca de cambio positiva y podría ayudar a este tipo de empresa a ser más flexibles y adaptativas. Hay muchas personas que siguen dudando del nivel de  productividad en el caso de trabajar desde casa. No pueden creerse que, por ejemplo, una vídeo conferencia con varias personas pueda llevarse a cabo con efectividad. Muchas veces se debe a una cierta prevención en el uso de la tecnología requerida al tener que adaptarse a nuevas maneras de trabajar, sobre todo en los trabajadores de mayor edad. Esto afecta a los procedimientos. Además existe  una falta de confianza hacia el teletrabajo en sí, y esto se mueve en la esfera de lo conceptual. Es decir que de alguna forma se sigue pensando que cuando se teletrabaja, no se es tan productivo o eficiente como cuando se está presencialmente en la oficina.

El COVID-19 podría ayudar a que los escépticos, sean empresas o personas,  se den cuenta de que efectivamente se puede ser productivo teletrabajando. Es más , se puede incluso ser más feliz y trabajar con menos tensión,  al ahorrar mucho tiempo y estrés en los desplazamientos, y  asociar un mayor sentido de bienestar al poder pasar tiempo con tu familia, comer más sano e incluso dedicar algún tiempo al ejercicio físico, obviando desplazamientos a los gimnasios (es decir  en  casa).

Esta nueva situación  a su vez puede ayudar a desterrar la connotación negativa que algunos sufren cuando trabajan desde casa. Muchas mujeres son criticadas cuando deciden teletrabajar ya que la gente presupone que lo hacen para cuidar de los niños. Quizá con esta crisis tendremos la oportunidad de encontrar más ejemplos tanto de hombres como de  mujeres, con o sin hijos, trabajando desde casa y creando un sano precedente. Este hecho podría impactar positivamente en la flexibilidad laboral y por lo tanto en la diversidad, sobre todo en  la de género.

El problema de la diversidad está ligado a una cultura tradicional y masculina de las empresas. Si empezamos a romper esos esquemas muy arraigados  en nuestros hábitos, aunque sea porque circunstancias duras y difíciles nos han obligado a ello,

 quizás empecemos a ver un cambio significativo.

Acabamos con una cita de un escrito de Einstein  sobre las crisis: …”La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos”


[1] Periódico la Vanguardia, Lunes 16 de Marzo 2020

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